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Juli García, maestra de Educación Primaria

El verano ya toca a su fin y septiembre, con su nueva etapa, hace su aparición. Durante las vacaciones los hábitos se han relajado, se han olvidado y se han cargado de creatividad, de calma y de ocio. Y a este período, para que sea fecundo, debe seguirle otro ciclo donde los aprendizajes y las repeticiones completen la formación de los estudiantes.

El nuevo curso se presenta ante los padres con dos tipos de objetivos: materiales y esenciales.

Entre los objetivos materiales tenemos que ocuparnos de: libros, material escolar, ropa y útiles para un buen desarrollo del trabajo escolar.

Se tiende a pensar por inercia que, una vez cubiertos los objetivos materiales, ya se ha completado eficazmente la responsabilidad como padres. Esta idea proporciona cierto alivio y relajación respecto al curso que empieza. Sin embargo, los objetivos materiales son solamente una de las bases del proceso. Se deben completar, como se ha avanzado, con los objetivos esenciales:

a) Búsqueda de un colegio idóneo que continúe la educación del hogar. No se puede olvidar que la tarea educativa se inicia, se sigue y se continúa con los padres. El Colegio ayuda y colabora en ese proceso, pero no debe reemplazar a los padres en esa tarea. Solamente complementa la educación iniciada en el hogar.

b) “En la formación del carácter ninguna influencia vale tanto como la influencia del hogar. La obra del maestro debería completar la de los padres, pero no ocupar su lugar” (E. G. White, La conducción del niño, p. 299). “La educación dada al niño en el hogar debe ser tal que sea una ayuda para el maestro. En el hogar, debe enseñarse al niño en cuanto a la importancia del aseo, el orden y la escrupulosidad; y esas lecciones deben ser repetidas en la escuela” (Ibidem)

c) “Con semejante educación, los niños, una vez enviados a la escuela, no serán causa de disturbios o ansiedad. Serán un sostén para sus maestros y un ejemplo y estímulo para sus condiscípulos.” (Ibidem)

d) “En la escuela se refuerzan los valores que se aprenden en casa. Cuando los valores que se enseñan en casa coinciden con los de la escuela, esta se limitará a reforzar aquellos y sacarles el máximo partido.” ( Laura García Agustín, ¿Hacemos las paces?, p. 234) “La escuela es uno de los pilares básicos donde se asienta la educación en valores, actitudes y comportamientos fundamentales para el niño que, tras aprenderlos en casa, los mostrará en el entorno escolar y, posteriormente, le permitirán manejarse eficazmente por la vida.” (Ibidem p. 233)

e) “Los maestros del hogar y los de la escuela deben saber comprender la obra de cada uno y simpatizar mutuamente. Deben colaborar armoniosamente, imbuidos del mismo espíritu. Y esforzarse juntos por beneficiar a los niños física, mental y espiritualmente.” (E. G. White, La conducción del niño, p. 298)

Con ambos tipos de objetivos, se procede a la construcción de un edificio sólido, fuerte, resistente y capaz en el terreno de la educación y de la formación de la personalidad de los estudiantes.

La Educación Primaria, al comprender los primeros años en la vida de los estudiantes, es la piedra angular sobre la que se desarrollarán las siguientes construcciones: E.S.O., Bachiller, Universidad, Máster y Doctorado. Por ello, la Educación Primaria tiene la responsabilidad de poner unos cimientos fuertes y bien trabajados con una serie de hábitos comprensibles y diariamente desarrollados.

En la construcción de este edificio se encuentran tres influencias básicas:

1. La influencia del hogar
2. La influencia de la escuela
3. La influencia de la sociedad (televisión, cine, espectáculos, etc.)

Si el hogar y la escuela trabajan unidos, serán ellos los que formen los valores y actitudes en los estudiantes. Y así podrán minimizar la influencia de la sociedad que, por intereses económicos, potencia y desarrolla otros valores distintos.
El trabajo de la escuela se centra en tres aspectos que comprenden la realidad total del ser humano; en este caso, de los estudiantes:

1. Realidad física. Existen unas necesidades físicas que debemos asegurarnos de que estén cubiertas: horas adecuadas de sueño y descanso, comida oportuna, sana y nutritiva, ropa cómoda, revisiones médicas periódicas…

2. Realidad intelectual. En este ámbito, en el hogar debe fomentarse:

a) La realización de los deberes diarios y el estudio para los controles periódicos.
b) Intentar evitar que se aplace el trabajo para el día siguiente.
c) Control y firma diarios de la agenda.

Hemos de tener en cuenta que, en el proceso de aprendizaje de un tema, los contenidos se van depositando según la siguiente distribución porcentual: a) Explicación de tema en clase: 50%, b) Preguntas sobre el tema: 25%, c) Realización de ejercicios del tema: 15%, d) Repaso en casa del tema: 10%. Así pues, el alumno sólo deberá repasar en casa un 10% del tema si los pasos anteriores se han efectuado correctamente. Con este proceso, cada estudiante logra obtener el máximo de sus capacidades.

3. Realidad espiritual. En este apartado son muchos y muy importantes los procesos de que hemos de ocuparnos:

a) Desarrollo de las actitudes grupales
b) Desarrollo de la solidaridad hacia los demás
c) Comprensión de la influencia del grupo
d) Desarrollo de la interacción formativa entre los estudiantes
e) Comprensión ante las dificultades de los demás

Hasta aquí hemos esbozado, a grandes rasgos, los elementos involucrados en este proceso formativo de los estudiantes. Un proceso que tiene una trascendencia posterior y, sin lugar a dudas, durante toda su vida. Ante tamaña empresa solamente nos queda aunar las energías, trabajar unidos y, con el mejor espíritu de apoyo y colaboración, sacar lo mejor de cada uno de nuestros hijos e hijas, de cada uno de nuestros alumnos y alumnas.

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