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durmiendo

Mª Ángeles Armenteros Cruz, maestra de Educación Infantil, especialista en Audición y Lenguaje

Miguel tiene seis años y últimamente está muy cansado en clase. La profesora de música comenta que se duerme en algunas audiciones y por la tarde rinde muy poco en las tareas del aula. El tutor les comenta a los padres lo que observa en Miguel y éstos le dicen que se acuesta tarde y que duerme mal. Miguel opone cierta resistencia a la hora de ir a la cama y los padres no saben qué hacer en esta situación.

Los niños se resisten a acostarse por diversos motivos:

a) Tienen miedo a la oscuridad o a no despertarse.
b) Se sienten inseguros cuando están solos o prefieren la compañía y la atención de sus padres.
c) Les gustaría más jugar o ver la televisión.

Todos los niños deben tener su hora de acostarse. Los padres que, generalmente, acaban dejando al niño que permanezca levantado «sólo un poco más», tendrán siempre problemas con el momento de acostarlo. Los hábitos estructuran la vida ya que son las acciones que tenemos que hacer diariamente. El que un hábito como acostarse esté ordenado y sistematizado ayuda a los niños a asumirlo como algo natural, sin tener que cuestionarlo cada vez.

Algunos consejos:

1. Se debe decidir el momento preciso en que el niño debe acostarse y, una vez decidido, proceder con firmeza. (No utilice la idea de “cuando sea oscuro” porque en verano, con la luz de día, eso será motivo de problemas).

2. Crear hábitos para ir a dormir. Los niños encuentran seguridad en la rutina y es importante disponer de ciertos objetos y costumbres. Por ejemplo, besar a todo el mundo antes de irse a su habitación. Las mantas viejas o perros de trapo les sirven para separarse de los seres queridos y pasar del estado de vigilia al de sueño. Los padres no deben reírse nunca de los hábitos del niño. La rutina de acostarse debe generar una sensación de seguridad cálida, un final del día confortable. Se planearán cosas para el día siguiente, se puede también preparar su ropa… Conviene utilizar señales que hagan patente la rutina, por ejemplo, leer un cuento o comer una galleta. El niño debe saber cuándo empieza la rutina. Por ejemplo, con una determinada música. Se ha de ser flexible, pero también se ha de saber cómo terminar las costumbres rituales.

3. Mantener al niño calmado. Las peleas o los juegos muy activos inmediatamente antes de irse a la cama no preparan al niño para dormir. No hemos de discutir con él. Al contrario, debemos reforzar la cooperación del niño con elogios o recompensas. Algunos niños pequeños no consiguen relajarse lo suficiente par poder dormir, por lo que se les pueden enseñar técnicas de respiración y de relajación.

Incluso a los preadolescentes les encanta que les lean o utilizar estos momentos para charlar de algo importante. El momento de acostarse es una excelente oportunidad para que los padres se acerquen a sus hijos.

4. Hacer frente al hecho de levantarse continuamente. Resulta útil colocar junto al niño todo lo que se necesita para la noche: un vaso de agua, una cajita con una linterna, su juguete favorito.

5. Utilizar un gráfico. Un gráfico del momento de acostarse es eficaz para los niños, permitiéndoles ganar puntos para alguna recompensa deseada. Al principio, los padres deben dar puntos por permanecer en la cama durante cinco minutos, después se ha de prolongar gradualmente el tiempo requerido para acumular los puntos necesarios.

Los hábitos al acostarse establecidos en edad muy temprana ayudarán al niño durante toda su vida.

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