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Lo que comenzó, a finales de los setenta como un proyecto de defensa del Gobierno norteamericano, ha llegado a ser un elemento imprescindible en nuestra sociedad: INTERNET. Primero su uso militar, después científico y universitario, más tarde comercial, y por último los ordenadores personales. Hoy nuestra sociedad no podría concebir muchas cosas sin la utilización de este medio, y cada día millones de personas en todo el mundo la utilizan.
La influencia de Internet es similar a la que, en su día, ejercieron el teléfono o la televisión. Y de la misma manera que se ensalzaron las virtudes de estos medios, también fueron blanco de las mismas desconfianzas que hoy día tiene la red.
La utilidad de la red es tan grande como los gustos y actividades de los usuarios. Nos permite trabajar a distancia (FTP, Telnet), cartearnos (E-mail), mantener conversaciones en tiempo real (Chat) y hacer de todo (World Wide Web). Esta última tecnología es la que mas ha contribuido al crecimiento de Internet. Los servidores web permiten a los usuarios navegar por la red usando todos sus recursos, incluso el de pagar con dinero digital. Basados en los sistemas de consulta del hipertexto, facilitan el acceso a la información multimedia (texto, imágenes y sonido).
Que Internet no entienda de distancias, y que la información que llega al usuario pueda llegar a su pantalla desde Australia o desde dos calles más allá de su domicilio; hacen que Internet sea algo absolutamente incontrolable y libre.
Como padres, nos surge una pregunta ¿quién la controla? La controla todo aquel que está conectado en un momento determinado, es decir todos y nadie a la vez. Internet es pública, caótica y no jerarquizada. El concepto mismo de información cambia en Internet. El modelo según el cual unos pocos (los medios de comunicación) seleccionan, filtran, preparan y publican la información que se ve, lee y oye la inmensa mayoría, deja de tener sentido. En Internet cualquier persona puede dar la versión que quiera de cualquier acontecimiento, o seleccionar por sí misma lo que más le interesa ver, leer o escuchar.
La comunicación sin barreras es real: puedo hacer amigos sin salir de casa (y no necesariamente de mi barrio o ciudad), mandar o recibir en cuestión de segundos correo electrónico desde el otro lado del planeta, leer el periódico, visitar virtualmente un museo en Rusia, valorar las ofertas de estudio en las universidades de EE.UU., buscar información para un trabajo que necesito entregar al profesor de historia, recibir las fotos de la última excursión a la nieve con mis amigos, jugar en línea, y cada vez con más éxito la comunicación por medio de video-conferencia… Todo simplemente a través de una línea de teléfono un “modem” y un ordenador.
Parecería que todo son ventajas, los niños tienen acceso a una cantidad “infinita” de información y tienen la oportunidad para la interacción. Sin embargo, puede haber riesgos reales y peligros para el niño que no tiene supervisión. La mayoría de los padres advierten a sus hijos que no deben hablar con personas extrañas, o abrirle la puerta a un desconocido si están solos en la casa y que no deben darle ninguna información a cualquiera que llame por teléfono. La mayoría de los padres también controlan dónde van a jugar sus hijos, qué programas de televisión deben ver y los libros y revistas que ellos leen. Sin embargo, muchos padres no se dan cuenta de que el mismo nivel de supervisión y orientación se debe proveer para el uso de las conexiones en línea.

Otros riesgos y problemas incluyen:

• Fácil acceso para los niños a áreas que no son apropiadas o son abrumadoras,
• Información “en línea” que fomenta el odio, la violencia y la pornografía,
• Anuncios clasificados intensivos que engañan y bombardean al niño con ideas nocivas,
• Invitación para que los niños se inscriban para ganar premios o se unan a un club que requiera proveer información personal o del hogar a fuentes desconocidas, y
• El tiempo que se pasa frente al ordenador es tiempo perdido para el desarrollo de las relaciones sociales.

Para ayudar a los niños a tener experiencias “en línea” seguras y educativas, los padres deben:

• Limitar el tiempo que pasan los hijos “en línea” y “navegando” en Internet.
• Enseñar a los niños que hablar a los “nombres de pantalla” en una “sala de conversación” es lo mismo que hablar a desconocidos o extraños.
• Enseñar al niño que nunca debe dar información personal que lo identifique a otra persona o “sitio” en Internet.
• Nunca darle al niño el número de su tarjeta de crédito o cualquier otra contraseña que se pueda usar para comprar cosas en línea o para tener acceso a servicios o “sitios” (web) inapropiados.
• Enseñarle al niño que nunca debe ir a conocer en persona a quien conoció en línea.
• Recordarle que no todo lo que ve o lee “en línea” es verdadero.
• Usar las modalidades de control que el servicio de conexión en línea ofrece a los padres, y obtener uno de los programas comercialmente disponibles que permiten que los padres limiten el acceso a las salas de conversación, los grupos de noticias y otros sitios no apropiados.
• Proveerle una dirección “e-mail”, sólo si su hijo es lo suficientemente maduro para controlarla; supervisar periódicamente los mensajes que manda y recibe y planificar su actividad “en línea”.
• Enseñarle al niño a que use la misma cortesía que usa al hablar de persona a persona; que no use malas palabras o lenguaje vulgar, etc.
• Insistir en que el niño obedezca las mismas reglas cuando use otros ordenadores a los que tenga acceso como en la escuela, biblioteca o en casa de sus amigos.

Manuel Sánchez-Cosgalla Rubio

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