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Antonio Lerma, Comunicador Social

Internet puede definirse como una red de redes de ordenadores que comparten datos y recursos. Existe una conexión de redes a nivel mundial que permite a los ordenadores y a las personas comunicarse entre sí desde cualquier lugar. Esto nos facilita el acceso a información y a personas que sería imposible de otra manera.

El abaratamiento de los costes de conexión, las mejoras tecnológicas y la llegada masiva de los ordenadores personales a los hogares están produciendo un crecimiento exponencial de los usuarios y provocando que Internet pase de ser únicamente una herramienta de investigación en las Universidades y servicios de defensa, a convertirse en un instrumento imprescindible para ocio y negocio.

Pero Internet es mucho más que un entretenimiento. Para algunas personas se ha convertido en el medio alrededor del cual gira buena parte de sus vidas. Desde el punto de vista de la comunicación, permite crear grupos, asociaciones y comunidades virtuales con un objetivo o interés en común que solo es posible en este medio, ya que se eliminan las distancias geográficas. A esto se le llama globalización en la comunicación.

La red de redes tuvo sus orígenes en Estados Unidos a fines de la década de los 60 como estrategia político-militar. Sin embargo, y como sucede con muchos proyectos, ésta fue sobrepasada por sus posibilidades por lo que su desarrollo se hizo extensivo a toda la población, convirtiéndose en una herramienta clave del naciente concepto de “globalización”.

Los jóvenes se han transformado en el sector de población más importante en cuanto al acceso a Internet en Estados Unidos, país en el que aproximadamente 30 millones de niños menores de 18 años utilizan actualmente Internet. Según las previsiones, más de 50 millones estarán conectados en 2008. Dada la gran cantidad de jóvenes que tiene acceso a la red, la amenaza que supone la actividad virtual es seria. De hecho, el auge en el uso de Internet entre los jóvenes norteamericanos ha servido de aliciente a empresarios que ofrecen todo tipo de productos a los jóvenes a través de este poderoso medio de comunicación.

Ahora bien, las opiniones sobre la función que Internet puede cumplir en las relaciones entre las personas son variadas y mantenidas indistintamente por internautas o no, profesionales de disciplinas relacionadas con el tema o personas interesadas en observar. Lo cierto es que este nuevo canal de comunicación constituye, por su auge, un misterio y los fenómenos de interacción humana son los más preocupantes.

Algunas opiniones señalan que:

– Internet puede resultar un medio que contribuya al aislamiento de las personas que pasan horas y horas frente a su ordenador, alejándolas de los contactos y las relaciones más próximas y reales.
– Puede representar la solución para que las personas inicien y mantengan un número considerable de relaciones diversas y gratificantes.
– Los usuarios adictos a los chat poseen unas determinadas características personales y el uso excesivo de este medio puede desencadenar la manifestación de determinadas patologías.
– Los internautas fantasean mantener unas relaciones cuando no van más allá de iniciar meros contactos virtuales y, por tanto, falsos o no reales.
– Es sorprendente que en la Red existan personas que se enamoren y abandonando todo se decidan a acortar los miles de kilómetros que les separan de su media naranja.

Con frecuencia identificamos comunicación y lenguaje. El lenguaje se convierte, entonces, en prueba de toda evidencia: “Es así, pues tú aquel día me dijiste…” Habitualmente olvidamos que las palabras muestran sólo en parte lo que pensamos y sentimos cuando nos expresamos y que nuestras vivencias y características personales se convierten en filtros cuando escuchamos a los otros.

Pero en nuestros intercambios emitimos y recibimos información de diferentes formas. Los gestos, la entonación de la voz, los silencios, las posturas corporales, etc. confirman o desaprueban nuestras palabras, les dan énfasis o las hacen intranscendentes. Las reacciones emocionales, trasmitidas de diferentes formas, se convierten en su telón de fondo. En definitiva, el contexto define y da sentido a una determinada relación.

¿Qué pasa entonces cuando la mayoría de la información que se da en la comunicación humana habitual no existe? ¿Qué tipo de interacción se produce? ¿Con qué consecuencias?

La esencia social del ser humano le lleva a relacionarse con los demás hasta el punto de que sólo le será posible encontrar y desarrollar su propia identidad en la interacción con los otros.

Los especialistas afirman que, según los resultados de su investigación, la mayoría de la gente accede a Internet por una curiosidad intelectual. El principal incentivo es la búsqueda de información, pero posteriormente ésta deja paso a la relación con los demás como primera motivación para continuar en la Red. Es entonces cuando las personas empiezan a unirse por intereses, en las listas de correo, los chat, etc. y los lazos comienzan a estrecharse.

Es en ese momento cuando aparecen algunas de las ventajas y utilidades más arriesgadas de la Red, cubriendo desde la dimensión individual hasta la social.

Cuando alguien a solas escribe un mensaje relatando alguna experiencia personal está estructurando y reelaborando sus pensamientos, la simple expresión ya puede ser útil, pero si además se da la respuesta del otro, podrá convertirse en una excelente ocasión para recibir apoyo emocional. Es más, en un estudio realizado por la Asociación de Usuarios de Internet de España, los cibernautas afirmaban que el uso de la Red les había posibilitado mejorar sus relaciones interpersonales habituales.

Pero con el desarrollo de Internet y su crecimiento exponencial no sólo ha cambiado nuestra manera de relacionarnos, también han aparecido los primeros casos de psicopatología relacionados con la red. El trastorno de dependencia de la red se ha conocido con muchos nombres: desorden de adicción a Internet –Internet Addiction Disorder (IAD)- (Goldberg, 1995), uso compulsivo de Internet (Morahan-Martin y Schumacker, 1997), o uso patológico de Internet – Pathological Internet Use (PIU)- (Young y Rodgers, 1998b).

Para la gente, el concepto de adicción incluye el consumo de drogas. La mayoría de las definiciones sobre lo que es una adicción se centran en el abuso de sustancias. Sin embargo, existe un movimiento creciente de autores que considera potencialmente adictivas una serie de conductas, incluyendo muchos comportamientos que no implican el consumo de drogas. Estas adicciones no químicas abarcarían conductas como el juego, el sexo, el trabajo o las compras y tal vez pronto podamos incluir el uso de Internet.

Dependencias

En España, el 39 por ciento de los encuestados declara sentirse “enganchado a la red”. Se trata de las primeras conclusiones de un estudio, que precisa que el 29 por ciento de los usuarios, con edades comprendidas entre los 14 y 25 años, se conecta a Internet más de cuatro horas al día durante todos los días de la semana.

Además, el 95 por ciento de los encuestados se considera usuario habitual de la red, el 70 por ciento le dedica más de dos horas al día, y el 46 por ciento la usa todos los días de la semana.

En cuanto a los problemas que conlleva el uso de los canales de comunicación, sólo aquellos que utilizan Internet más de cuatro horas al día durante todos los días de la semana confesaron que esta situación había sido motivo de discusión con su familia e incluso había llegado a impedirles cumplir sus obligaciones académicas o laborales.

Como en casi todo, la dimensión beneficiosa o perjudicial que Internet posee depende del uso que se haga de ella.

Ya es clásica la idea de que a lo nuevo se le adjudiquen todo tipo de consecuencias negativas, buena manera de impedir el avance y responsabilizar de todo tipo de males a lo que está por venir y se conoce todavía escasamente.

Sin embargo, otra posibilidad sería analizar e investigar los beneficios que este medio puede reportar a personas y grupos, para facilitar y divulgar su acceso.

¿A quién o a quiénes podría perjudicar que la evolución de Internet propiciase el desarrollo de las capacidades individuales y comunitarias de las personas?
La privacidad

Un asunto que se suele discutir en relación con la comunicación digital interpersonal es la cuestión de la privacidad. Este tema tiene relación directa con la manera en que se expresan las identidades en los medios digitales y con la noción de intimidad.

Por un lado, los medios interpersonales se prestan para crear espacios de expresión individual que muchas veces aparentan más libertad que los espacios reales. Dado que la comunicación se realiza con personas que no vemos, contar aspectos privados aparece como menos comprometedor que en los espacios convencionales. Al mismo tiempo, no hay cosa más fácil que crear una identidad falsa en el espacio virtual: la sinceridad en la identificación usando tan sólo la palabra escrita, sin revelar rostros o sin necesidad de establecer elementos concretos y reales de referencia (dónde, cómo y de qué manera se vive), posibilita la pretensión de ser otra persona sin mucho esfuerzo. La intención de actuar bajo una identidad falsa es, muchas veces, un acto de protección de la propia intimidad, pero siempre falseando la realidad y eso no es éticamente justificable. Por este motivo, es también lógico asumir que los que entran en los mismos espacios pueden o están, de hecho, haciendo lo mismo.

Conclusión

Como todo desarrollo tecnológico, genera al principio mucha incertidumbre y temor por parte de ciertos sectores. Lo cierto es que Internet es algo cotidiano y que ya forma parte de nuestras vidas, tanto es así que muchos ya no podrían vivir sin él. Lo único que podemos hacer es enseñar a las nuevas generaciones a saberlo utilizar y que él no nos utilice a nosotros. El uso temperante y sensato siempre es principio de equilibrio. ¿Estaremos a tiempo de conseguir un equilibrio razonable?

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