Skip to main content

carta

Qué esperan los adolescentes de su pastor

Por Keith Hardy

A veces nos dan la impresión de vivir en mundos paralelos, encerrados en universos virtuales, centrados en la trivialidad, sin interés por los valores trascendentes.
En ocasiones, sin embargo, nos sonroja su análisis agudo, su crítica certera de las contradicciones y la estupidez de los adultos.
Es evidente que los adolescentes necesitan el apoyo y la comprensión de sus padres, pero también de sus pastores.
En este sentido, siempre resultan esclarecedoras las reflexiones de un adolescente que busca orientación en nuestro enmarañado mundo.

Los adolescentes de hoy en día nos llevamos la parte más dura de las críticas. Si una adolescente se queda embarazada, será objeto de todos los comentarios del barrio. En cambio, si es una mujer adulta la que se convierte en madre soltera, nadie, excepto su grupo más íntimo de amigos, hablará del tema.

Si uno de nosotros dispara a una persona inocente, el público nunca olvidará nuestro nombre. Pero nadie se acordará al día siguiente de un adulto que haya hecho lo mismo. Nuestra forma de vestir, nuestra dieta y nuestra música son criticadas. Se mira con desconfianza y temor a los adolescentes que toman drogas, aunque muchos adultos sean adictos al Valium.

Los adolescentes en general somos un verdadero problema porque muchos de nosotros no hemos recibido la dirección que necesitábamos en nuestras vidas, especialmente en los primeros años. Para nuestro desarrollo es indispensable la ayuda de nuestros padres y profesores, y también de nuestros pastores.

Son tres las actuaciones que necesitamos, y esperamos, de nuestros pastores: amistad, orientación y ejemplo.

Participad en nuestras actividades, pastores. Sed parte de nuestras vidas. Pero, por favor, no dejéis de lado vuestros principios y os mostréis de acuerdo con aquello que sabéis que es nocivo para nosotros con la excusa de “ser nuestros colegas”. Si lo que queremos es erróneo, decídnoslo. No tengáis miedo de herir nuestros sentimientos. Seguramente, a veces nos podremos mostrar dolidos, pero reflexionaremos acerca de lo que nos habéis dicho. Recordad, tanto los adolescentes como los adultos tendemos a perder el respeto a quien no puede permanecer firme ante lo que sabe que es correcto. Si sabéis que la música rock es mala y que muchos de los bailes de hoy son inmorales, nos os lo calléis. Si alguno de vuestros jóvenes os invita a una fiesta donde sospecháis que puedan servir bebidas alcohólicas, declinad la invitación.

Los adolescentes necesitamos un pastor que, como un amigo, nos trace una línea clara dentro de la permisiva sociedad de hoy. Si permanecéis firmes en lo que es correcto y no os comprometéis con nosotros, respetaremos vuestro consejo. Pero, por favor, participad en nuestras actividades si son buenas.

Mostrad interés por nosotros. Por supuesto que todavía no somos personas maduras. Vuestros amigos y colegas son gente adulta, con experiencia, pero no necesitamos a alguien que se presente en nuestras vidas sólo cuando hemos de ser corregidos o cuando esos mismos adultos no tienen más que un sermón para nosotros. Nos hace falta que nuestros pastores encuentren tiempo para reunirse y hablar con nosotros o que a veces nos hagan una sencilla llamada de teléfono para charlar un rato. A veces hay cosas que sólo os podemos contar a vosotros y a nadie más. Preguntad cómo nos va en clase, cuáles son nuestros intereses, qué planes tenemos para el fin de semana. Necesitamos saber que os importamos.

Si esperáis que nos confiemos a vosotros, habréis de manifestarnos una actitud abierta, una actitud que nos demuestre que no estáis pensando que somos una peste o seres inferiores, sino gente normal que necesita hablar con los demás. Todavía estamos muy cerca de nuestra infancia para darnos cuenta instintivamente de lo que sentís por nosotros a través de las miradas que nos echáis, en vuestros gestos o en vuestro tono de voz. No estamos hablando con gente extraña a nosotros, a quien no le interesamos para nada.

Queremos que nuestros pastores guíen nuestros pasos con la verdad bíblica, no con tradiciones o filosofía, sino con algo de lo que podamos estar seguros. Los seguidores de Moon, los del Templo del Pueblo y los Hare Krishna son el resultado, al menos en parte, de ofrecer a los adolescentes nada y al mismo tiempo todo, excepto la Biblia.

No nos empachéis de religión. Ya hemos oído bastante aquello de “¡No hagas eso; la Biblia dice que eso no se hace!” Y así es como algunos de nosotros llegamos a pensar en Dios como un ser mezquino, tirano y detestable que no nos ofrece más que miseria. No leemos la Biblia porque siempre nos la han presentado diciéndonos que no nos permite hacer esto o lo otro. Estaremos dispuestos a escuchar si se nos presenta una razón legítima para respetar sus principios.

Probablemente, mucho más importante que enseñarnos verdades espirituales de una manera agradable y darnos principios bíblicos en vez de humanos, sería poder ayudarnos a tomar decisiones en nuestra vida diaria. Los pastores habláis de la vida como una constante controversia entre el bien y el mal, y resulta que nadie sabe más de eso que nosotros los adolescentes. Sí, podemos ser inmaduros, pero nos encontramos en el momento de tomar decisiones acerca de cómo vivir y cuáles serán nuestros valores. Los adultos, que supuestamente son maduros y capaces de vérselas con la tentación, nos pueden dar orientación. Como pastores, podéis ser una fuente de ayuda y fortaleza haciéndonos ver nuestros potenciales problemas, de manera que podamos tomar decisiones inteligentes para elegir entre los caminos que son correctos y los que no lo son. ¡No nos malinterpretéis! No queremos que toméis las decisiones por nosotros. Sólo necesitaríamos que nos dieseis algo en que basarnos para cuando tengamos que tomar nuestras decisiones.

No podemos soportar pastores hipócritas. Somos muy observadores y sabemos cuándo predicáis una cosa y luego hacéis justo lo contrario. Si vosotros lográis vivir lo que nos decís que hagamos, estaremos mucho más decididos a seguir vuestro ejemplo. Sé que tenemos que seguir el ejemplo de Cristo y no el de los hombres, pero nos ayudaría mucho tener un ejemplo tangible de qué deberíamos hacer o a quién deberíamos parecernos. A veces, muchos de nosotros nos excusamos a nosotros mismos diciéndonos: “Bueno, mi pastor lo hace, luego debe de ser correcto”. Por supuesto que no esperamos de vosotros que seáis perfectos, pero sí que actuéis con coherencia y sinceridad.

Espero que entendáis bien qué estoy tratando de pediros: que estéis ahí cuando os necesitemos, que nos corrijáis con amabilidad pero con firmeza y viváis conforme a los modelos que proclamáis. Nosotros, como adolescentes, os respetaremos y os querremos; y de esta manera las cosas irán mejor para todos.

Keith Hardy, estudiante de 16 años, Seneca, South Carolina.
Ministry, noviembre 1980 (Traducción de J. Alejandro López)

Deja un comentario

Close Menu

About Salient

The Castle
Unit 345
2500 Castle Dr
Manhattan, NY

T: +216 (0)40 3629 4753
E: [email protected]

Familias Adventistas - Iglesia Adventista del Séptimo día en España