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NO ENTIENDO QUÉ ES LO QUE PASA.

El término fue utilizado por primera vez por Lorna Wing en 1981 en honor a Hans Asperger, un psiquiatra y pediatra austriaco cuyo trabajo no fue reconocido internacionalmente hasta la década de 1990.

El origen de este trastorno es biológico. Las últimas investigaciones apuntan a un problema genético que afecta al funcionamiento del hemisferio derecho del cerebro.

Al igual que los niños autistas, quienes padecen el síndrome de Asperger sufren alteraciones y patrones de comportamiento que se manifiestan de la misma manera que en los casos de autismo de Kanner. Sin embargo, no presentan un retraso general del lenguaje clínicamente significativo.

Tampoco es relevante para su diagnóstico el retraso intelectual ni de las habilidades propias de su edad, así como la falta de curiosidad durante la infancia o un comportamiento adaptativo distinto del descrito respecto a las habilidades sociales.

Carecen de empatía y tienen una especie de “ceguera emocional” que puede impedirles incluso descifrar el significado de una sonrisa.

El niño con Asperger es incapaz de leer entre líneas y si su maestra le pregunta irónicamente ¿se te ha comido la lengua el gato?, el pequeño permanecerá silencioso tratando de decidir si debe explicar que él no tiene gato y que los gatos no comen las lenguas a los niños.

Evitan el contacto visual, por lo que aumentan su incomunicación emocional, causando un mayor deterioro social, escolar y en otras áreas que afectan a la vida del niño y posteriormente a la del adulto. Sin embargo, algunos pacientes son capaces de aproximarse a un nivel de normalidad en sus habilidades de comprensión e interpretación de señales no verbales.

Muchas personas relacionan el síndrome de Asperger con la superdotación, pero no se diferencian del resto en lo que respecta a su cociente intelectual. Lo que ocurre es que su cerebro se concentra intensamente en temas específicos, lo cual puede ser interpretado como una cualidad especial. Es por ello que Hans Asperger llamó a sus niños “pequeños profesores” debido a que con sólo 13 años conocían el área que les interesaba al nivel de un profesor universitario.

Al no ser capaz de entender las sutiles pistas de la comunicación, el niño o adolescente con Asperger con frecuencia se siente confundido por no ser capaz de comprender en qué se equivoca, afectando también a su relación con los padres. El resultado final de esta frustración es frecuentemente un mayor aislamiento.

Del diario: Padres y Colegios” n º 32, Noviembre del 2008, AÑO IV.

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