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Por Bernabé Tierno. (Psicólogo y Escritor). Del diario: “Padres y Colegios” nº 32, Noviembre del 2008. AÑO IV.

Desde que en el año 2002, apareció mi libro La educación inteligente hasta hoy, incontables padres y profesores se han hecho eco del retrato robot en doce puntos sobre las características de una persona educada. Esos doce puntos deberían ser la base con la que deberíamos contar padres y profesores en general, pero desgraciadamente no es así. Sin la suficiente autoestima, sentido común, buen humor e higiene mental, empatía, sentido del humor, afabilidad, positivismo y entusiasmo, es difícil estar en disposición de transmitir conocimientos con verdadera eficacia y mucho menos educar en valores humanos.

hijos-educadorAunque brevemente, hoy deseo centrarme en el retrato robot del nuevo educador, inteligente y motivado, que necesitamos en los nuevos tiempos y en los venideros. Aparte de su capacidad formativa en las disciplinas que imparten y que lógicamente se suponen, las cualidades del nuevo educador se repartirían en los tres grupos siguientes:

Valores comunes y condiciones morales. Trato cercano y agradable, simpatía, capacidad de diálogo y de escucha, autocontrol, benevolencia, lealtad, bondad, autenticidad, amor y respeto y al educando, sentido del humor, autodisciplina, firmeza de carácter y dotes de buen comunicador (si es posible).

Cualidades relacionadas directamente con al educación y la psicología del niño y del adolescente: psicología educativa en general y psicología evolutiva (del niño y del adolescente). Conocimiento actualizado de la psicopedagogía positiva y de técnicas que permiten modificar y cambiar las conductas negativas y fomentar las positivas, como por ejemplo la necesidad de convencer al educando mejor que imponer castigos, porque si el educando actúa por convicción, entonces sí se educa de verdad y será capaz de seguir educándose a sí mismo en el futuro.

Cualidades relacionadas con la vida social y familiar: educamos a personas para el mundo de hoy y para la vida real y el buen educador es perfecto conocedor de la sociedad en que vive y su corazón y su mente están abiertos a todo.

O educamos para la vida, desde la realidad de la misma vida, o no educamos. Enseñar a ser respetuosos con todos, a entender que nuestros actos siempre tienen consecuencias y educar en la responsabilidad y en los valores de siempre, es algo absolutamente imprescindible hoy más que nunca.

Hay que llevar a la mente de los educandos del siglo XXI de forma clara y persistente que su vida dependerá de lo que piensen, hagan y digan; que tienen que aprender a cuidarse, a hacerse cargo de sí mismos y estar al mando de su vida y capacitarse bien para ser los mejores educadores y amigos de sí mismos de cara al futuro. El nuevo educador no se improvisa y debe ser consciente de que su trabajo es decisivo para la sociedad.

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